Pudo ser un amor
o tal vez un dolor
que al principio...
como espada marcó;
La distancia perfecta
en un camino común
que fue abriendo tus
puertas
y las mías con luz.
Muy despacio, callada
en el nombre de Dios
puso fin a la espada
una paz interior.
que lleno nuestras manos
para algo mayor
era un puente hermanado
construido en su don...
Aun así, las dos yendo
en la entrega nació
la amistad que en silencio
en nosotras creció.
Fueron muchas mañanas
muchas tardes de sol,
y hubo noches sin panes
y hubo frió y dolor.
Yo te vi pequeñita...
¡Más pequeña era yo!
Yo aprendí de tu risa,
de tu rabia y tu Dios.
Estuviste conmigo...
y yo estuve con vos
en lo grande pequeño
que la vida ofreció.
Y si sigo creyendo
y me abrigo en tu voz
es porque aun comprendo
lo que todo encerró.
Lo secreto en tus ojos
que mi verdad lo sembró
en medio de tantas luchas
la esperanza en el dolor.
La inocencia de momentos
lo bello y la
transparencia,
lo tierno de cada
encuentro
y tu importante presencia.
Compartimos en el tiempo
una pobreza mayor
¡pero hemos sido tan
ricas
que hasta el camino
creció!
Se hizo largo y hermoso
verdadero y tenaz,
con miserias y gozos
con dolores y paz.
Mi gratitud en tus brazos
para siempre estará
como un canto a la aurora
derramado, dormirá...
Sencillamente claro
tu corazón recordara
este nuestro camino
y nuestra eterna
hermandad.
Lorena Fernandez. Obra perteneciente a Violeta y Otras 1998.
Dedicada a mi amiga Natalia Medina
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